Akira: un film animado que desde los 80’ sigue siendo una revolución
Neo Tokyo-Japón, año 2019. Un ambiente deprimido tras el Holocausto, la tercera gran guerra. La decadencia reina en las calles. Surgen nuevas sectas que anuncian la llegada de un nuevo comienzo tras el “despertar de Akira”. Mientras tanto, el gobierno sostiene experimentos secretos en la clandestinidad, utilizando como conejillo de indias a un grupo de niños y adolescentes huérfanos.La vi por primera vez hace unos diez años. Aquella vez me impresionó por el trazo realista, ese estilo visual futurista y ultradecadente que la caracteriza (del cual hace poco me enteré que tenía un nombre específico: “cyberpunk”), sus personajes completamente atípicos a lo que yo acostumbraba ver en series de animación (lo confieso, estaba muy familiarizada con historias de “buenos y malos”, y me sacó de cuadro no encontrar ningún “héroe” en esta historia), su música hipnotizante, y, especialmente, por esas tomas tan impresionantes en los cuales las formas de los personajes se deshacen y comienzan a mutar de manera monstruosa… Tomas similares y que me hayan alucinado de esa forma, sólo encontré dos años después, cuando me presentaron la película “Pink Floyd: The Wall” (de Alan Parker), y la verdad es que, hasta el momento, no he encontrado otro ejemplo que se le compare. Sin embargo, debo admitir que, en lo que a temática se refiere, no la entendí. Creo que su argumento era demasiado complejo para una chiquilla de trece años, en aquel entonces muy acostumbrada a series de animación donde era mucho más fácil diferencial al héroe del villano, entre otras cosas. Hace unos días, descargué “Akira” por pura curiosidad; creo que quería ver si esta vez era capaz de comprenderla mejor.La historia Parte con un ritmo bastante pausado, descriptivo, denso, muy acorde a la atmósfera distópica del ambiente en el cual se desarrollan los hechos. Nos encontramos en Neo Tokyo-Japón, en el año 2019, 31 años después de la Tercera Guerra Mundial. La ciudad denota la depresión de los supervivientes a una guerra nefasta que a su vez se inició con la explosión de un nuevo tipo de bomba hiper destructiva. Reinan el terrorismo, la corrupción, la delincuencia juvenil y el abuso de sustancias. En medio del caos, surgen nuevas sectas religiosas entorno al mito de Akira, considerado una especie de Dios salvador que llevará al mundo a la fase cero, creando un nuevo inicio y un mejor futuro para la humanidad.Es en este escenario que transcurren las vidas de Kaneda y sus amigos, una banda de inadaptados adolescentes con un porvenir bastante negro. Todos ellos son huérfanos o fueron abandonados desde niños y asisten a una escuela reformatoria. Su pasatiempo favorito es hacer carreras de motociclismo en plena calle y agarrarse a golpes con la banda de “Los Payasos”.
Kaneda tiene un protegido: Tetsuo, su amigo de infancia, el débil del grupo, al cual todos golpean y agarran de punto de burla. Este personaje se muestra acomplejado, resentido, envidioso. Él, por una parte, admira y aprecia a Kaneda, pero por otra, desea superarlo, ser más fuerte que él, adueñarse de su motocicleta. En una de sus correrías, Tetsuo se topa con un extraño niño de rostro arrugado, cabello blanco y piel verde. El niño tiene el poder de controlar, transformar y destruir utilizando su propia energía vital, y ello hace que Tetsuo salga herido. En ese momento aparece la policía, expulsa al resto de la banda y se lleva a Tetsuo a un laboratorio, donde unos científicos lo utilizan para una serie de experimentos. Por su parte, Kaneda rescata a una chica llamada Kai, quien era perseguida por formar parte de un grupo revolucionario político de oposición. De manera involuntaria, él termina enterándose sobre los experimentos que el gobierno está realizando con Tetsuo, por lo cual es prácticamente obligado a unirse a las filas revolucionariasAhora la película corre.
Tetsuo reaparece ante sus antiguos compañeros. Está sumamente cambiado; ya no es el chico débil e inseguro de antes, sino que se muestra imponente y poderoso. Al mismo tiempo, pone en evidencia las tremendas habilidades psíquicas que ha desarrollado, las cuales van afectando cada vez más a su carácter. No tarda en descontrolarse. Se le advierte que debe detenerse o provocará la destrucción de miles de personas. Además, a causa del abuso de energía utilizada, uno de sus brazos comienza a deformarse y tomar voluntad propia. Debe regresar al laboratorio para suministrarse drogas que le ayuden a recuperar el control, pero se niega rotundamente a hacerlo.Ya no puede detenerse; está dominado por el poder y quiere destruir lo único que parece ser más poderoso que él: “Akira”, un misterioso ser oculto por el gobierno bajo el Estadio Olímpico de Neo Tokyo… algo que está altamente relacionado con el último paso en la evolución de las especies, con el retorno a la raíz, al estado de energía pura, a una concentración lo suficientemente nefasta como para destruir la Tierra. Apreciaciones sobre el filmNo cabe duda de que Akira fue toda una revolución en 1988, tanto por su temática transgresora como por la técnica empleada en su realización y es, hasta hoy en día, una de las películas más influyentes del estilo anime (animación japonesa). Está basado en el “manga” (comic japonés) del mismo nombre, creado por Katsushiro Otomo, quien a su vez se encargó de la dirección de la película.
Las influencias del director y autor de manga van desde el cine occidental hasta sus propias vivencias. Se dejó influenciar por otros mangakas (creadores de manga) altamente representativos, como Osamu Tezuka (creador de “Astro Boy”), quien se caracteriza por utilizar tramas cargadas de dramatismo, historias con un fondo bastante profundo, y personajes redondos. El contexto en el que creció Otomo también es fundamental: le tocó pasar la adolescencia durante los turbulentos años sesenta, siendo testigo de las constantes manifestaciones de estudiantes y trabajadores contra el gobierno japonés. Sin embargo, el estilo rebelde del autor terminaría de formarse y de madurar después de su encuentro con filmes estadounidenses como “Mi vida es mi vida” o “Easy Rider”, los cuales sirvieron de inspiración para crear más adelante a personajes como Kaneda y su banda de motoristas.
Como ya mencioné al inicio de este post, el ambiente que se dibuja es un Japón urbano, postapocalíptico y decadente, de estética claramente cyberpunk (varias tomas recuerdan a las de filmes nortemaricanos que también pertenece a dicha corriente, tales como Blade Runner o Dark City). Los escenarios están llenos de detalles; la utilización de colores, fríos y opacos para las tomas de la ciudad o las vías de escape subterráneas (alcantarillas, especialmente), en contraste con los rojos vivos y chirriantes de las escenas de acción, destrucción y violencia, es sencillamente deliciosa. Las expresiones en los rostros de los personajes transmiten claramente el sentimiento de desesperación, angustia, frustración e ira que, combinados con la situación de persecución y los espacios sobrecargados de inmensos muros y edificios, transmiten una sensación claustrofóbica casi acosadora; ello sin dejar pasar la música de fondo, caracterizada principalmente por un coro de voces apocalípticas manteniéndonos a la espera de que algo terrible suceda de forma repentina.Definitivamente, para ver Akira, hay que tener la mente preparada y, por encima de todas las cosas, nervios de acero, indispensables para soportar dos horas de pura adrenalina y mantener los cinco sentidos bien despiertos para ser capaz de apreciar al máximo toda la riqueza visual y auditiva que esta película tiene para ofrecer.- Alexiel Vidam*Nota: Este film está calificado entre las "1001 películas que hay que ver antes de morir", en el libro del mismo nombre, publicado en 2001 por editorial Grijalbo.